29 | 03 | 2024
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IES La Granja
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Viernes por el clima. #fridaysforfuture. IES La Granja

 

15M1 

Sergi López, 1º Bachillerato Ciencias Sociales y Humanidades, miembro de la Asociación de Alumnos del IES:

El mundo se está sumiendo en la destrucción. Pronto no quedará esperanza de paliar los efectos de la contaminación. A esta situación hemos llegado después de, no solo la desazón política y los intereses económicos y políticos, sino por los propios intereses de los ciudadanos, quienes, al gozar de un buen nivel de vida, vive desvinculado de lo Natural. Esta sociedad ha contribuido a que cada individuo mire solo por sus intereses y por su gente cercana, no por el resto. Hoy día hay personas que dicen “Me da igual, yo solo miro por mi familia, por los míos”; es un mundo ciego que solo mira por sí mismo. Cada empresario, cada político, cada ciudadano, quiere vivir cómodo, que todos lo días se pueda duchar lo que quiera, tomar el coche… Solo ven sus necesidades, solo les importa ganar dinero para pagarlo todo. Es el prosperar a costa de todos.
Por desgracia, el animal más ciego es el hombre, y solo aprende cuando llega a una crisis demasiado grave.
Nosotros siempre pedimos un cambio, pero nunca cambiamos. Si un político (de los de verdad) nos mirara y dijera “¿Quién quiere un cambio?”, todos diríamos “¡Yo!”. Sin embargo, si dijera “¿Quién quiere cambiar?”, bajaríamos la cabeza, avergonzados.


 

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Natalia Cecín. 4 ESO A

Quizá deberíamos dejar de pensar en un futuro y comenzar a cambiar cosas en el presente. Quizá no es el aire contaminado lo que encoge tus pulmones, sino culpabilidad. Quizá, tu papel del bocadillo en el suelo, sí que afecta al medio ambiente. Quizá lo que hacemos es infravalorar las cosas; las limpiadoras no están para recoger tus mierdas, los barrenderos, no limpian las calles, las salvan, son aquellos superhéroes a los que juzgamos por sus trabajos, los que creemos denigrantes.

Yo, he estado en un lugar llamado Granadilla, un lugar mágico en el que plásticos y centros comerciales no te estropeaban las vistas, donde encontrábamos animales y no necesitábamos arrebatarles su lugar para mejorar el nuestro.

Nosotros somos esa generación, la generación del futuro, a la que se está educando para mejorar el mundo; antes de mejorarlo deberíamos mantenerlo. Somos una generación sin voz ni voto. Somos lo suficientemente mayores para estudiar libros enteros que descargar en una hoja en blanco, llegar a casa y seguir haciéndolo, pero no tan mayores como para manifestarnos, actuar y reclamar por el mundo. En ese aspecto, tan solo somos unos críos.

¿Acaso las voces de los adultos que resuenan están haciendo algo? ¿Acaso no son ellos, los políticos, constructores, arquitectos, consumidores, esas personas que destrozan el hogar a cientos de especies para implantar un centro de ocio en el que cuatro aburridos pasen la tarde? ¿Acaso ellos no somos nosotros?¿Acaso no somos nosotros los que nos estamos cargando el planeta llevándonos por delante a todas aquellas especies que simplemente viven y dejan vivir? Somos aquellos cuyo hábitat autodestruiremos. ¿Por qué no podemos actuar como animales en este caso, si ya lo hacemos en otros muchos?

Ahora preguntaré por qué, por qué la voz de una niña de quince años resuena por todo el mundo mientras que la tuya y la mía son simplemente un susurro. Tal vez no hayamos gritado lo suficiente, o tal vez no nos hemos interesado en ello. Está claro que las personas oyen huelga y ya tienen una excusa para faltar a clase. Al fin y al cabo es sólo una firma, es solo tinta, tinta que podría estar trazando pancartas frente al parlamento; es grande la diferencia. Con lo que tú evitas una falta, una joven pasa cada viernes frente a un edificio mostrando sus preocupaciones.

Para mí, la respuesta a esta pregunta está clara: ni tu voz ni la mía van a salvar a un oso polar, pero quizá la tuya, la mía y la suya pueden hacer que otras voces dejen de susurrar, que se dejen la garganta por nuestro planeta, un planeta verde, marrón y azul, no negro, no industrial, sino con ecosistemas que le dan vida, una vida que le estamos quitando.

Todos deberíamos ser Gretta Thunberg. Te aseguro que vale más la pena dejarte la garganta por el cambio climático, que con una canción machista un sábado noche.

¡Ah! Y por cierto, aquel papel de bocadillo que debía recogerte la limpiadora, acaba de matar a un delfín.

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